No es la luz la que hace que mis ojos brillen, son las lágrimas que quieren recorrer los ríos que dibujan los años en mi rostro.
No es la verguenza, es el miedo a peder, a perderme, a parderte.
No es la verguenza, es el miedo a peder, a perderme, a parderte.
No eres tú, soy yo enmarcada en la tácita amargura del recuerdo, ese recuerdo que no es mio pero daña más que si lo fuera.
Soy yo frente a mi (o parte de) en un espejo roto
tratando de unir el mosaico que formó mi vida,
pegando cada parte y partiendo a la vez
con manos tontas de tristeza.
N o q u e r r á s v e r e l r e f l e j o
Pentagrama.
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