miércoles, 6 de agosto de 2008

Kevin Johansen

Agrietada mi piel como barro seco de desierto que alguna vez tuvo agua. Esas grietas adoloridas y abiertas que gritan a través de los ecos de sus profundidades y que al mismo tiempo se ahogan, las palabras se atraviezan en la garganta.

El viento que corre en mis amplitudes me vuelve polvo, arena que duele en los ojos, arena que golpea la cara, arena pegada en la piel. Ese mismo polvo que soy yo pasa por caras ajenas sin más, mi todo a todos no hace nada. El grito se vuelve mudo, quizá en un tiempo paralelo alguien lo pueda escuchar.













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